¡Re-conecta ahora!


 ¿Desde que eres mamá te persigue la culpa? 
¿Sientes que no consigues llevar las riendas de tus emociones? 
¿Tienes la sensación de que no conectas con tus hijos?
¿Te parece que al conectar con ellos te olvidas de ti misma?
¿Quieres volver a recuperar ese equilibrio en el que todos ganáis?





Entonces estás en el sitio correcto

Soy mamá desde hace cuatro años y medio y como siempre digo:
"Nunca hice un viaje espiritual más intenso que éste".

La maternidad me puso del revés, me hizo tambalear e incluso tumbar muchas de mis creencias. Mis gustos literarios han cambiado totalmente. Donde antes había novelas ahora dan vueltas, por toda la casa, libros de psicología infantil, libros escritos por madres y sus experiencias, libros de ginecólogas, de obstetras, psiquiatras que me han inspirado y guiado desde el principio. Pero también leer y seguir a grandes mujeres en la red o formarme con ellas ha sido fundamental. Un gran número de profesionales que se han valido de sus conocimientos y su propia experiencia como madres para desarrollar una metodología siempre basada en el amor y la escucha activa. Es leyendo de forma ávida, pero sobre todo viviendo mi maternidad en el marco de nuestra propia historia (la de mi hija y la mía) no exenta de cambios muy intensos, que he ido ocupando mi cuerpo. Siempre digo que la maternidad me hizo bajar a él y será por eso que empecé a leer a autoras que hablan sobre cicliciad femenina. Así acabé haciendo cursos y formándome en el funcionamiento del cuerpo femenino antes y después de ser madres. Con todo lo que he leído y aprendido desde fuera y lo que he aprendido dentro de mi cuerpo y de mi propia experiencia como madre he confeccionado este programa:






Reconéctate a tus hij@s


Este curso es para ti si eres mamá o estás embarazada y:
  • Tienes la sensación de estar siempre cansada.
  • Sientes que no consigues llegar a todo.
  • Necesitas más horas en tu día.
  • Te sientes sola en tu maternidad. 
  • Tienes falta de apoyo de tu entorno.
  • Sientes que no sabes gestionar los conflictos con tus hijos.
  • Estás embarazada de tu primer hijo y quieres sentirte preparada para lo que viene.
  • Estás embarazada y ya tienes hijos y quieres aprender a organizarte mejor.
  • Sientes que no llegas a las necesidades de tus hijos al cien por cien.
  • Te sientes culpable porque no consigues darle a tus hijos lo que necesitan.
  • Notas que te estás descuidando, que te olvidas de ti misma.
¿Cuál será el destino al que llegarás?

1) Aprenderás a sacar el mejor partido de cada momento fisiológico en el que te encuentres.
2) Tendrás las herramientas para entender mejor las necesidades de tus hij@s
3) Aprenderás a leerte a ti misma. A conocerte mejor y a aumentar tu autoestima.
4) Te liberarás de la culpa destructiva.
5) Sabrás gestionar mejor los conflictos con los más pequeños
6) Tendrás las herramientas para reducir los conflictos en casa.
7) Crearás un ambiente familiar de Ganar-Ganar, en los que ningún miembro de la familia se sentirá olvidado.
8) Tendrás un rol principal en la crianza y educación de tus hijos.
9) Sentirás equilibrio y abundancia en tu día a día.

  BLOQUES:

1. Las malas madres no existen. En el que hablaremos sobre las expectativas de las madres antes de serlo, la realidad tras convertirnos en ello. Sobre la guerra de las madres y sobre la ciclicidad de mamá.

2. Todos los niños somos buenos. En el que trataremos las necesidades más importantes de los bebés y niños pequeños. Aprenderemos a formular enunciados respetuosos para con nuestros hijos. Y a usar recursos para reducir los conflictos.

3. Lo que los demás piensen de mí o de mi maternidad no es asunto mío. Sabemos que la presión exterior puede llegar a tener bastante peso en nuestras decisiones. Aprenderemos a gestionar nuestra maternidad de forma asertiva y empoderada para que no sintamos que perdemos el control de lo que nos corresponde a nosotras.


DURACIÓN Y FORMATO DEL CURSO:

El curso tiene una duración de dos meses. Desde el 24 de abril hasta el 24 de junio. (Que termine el 24 de junio es simbólico. Tras el solsticio de verano dejaremos nuestro viejo yo y entraremos en la estación del verano, que es la más maternal, como veremos en el curso, recargadas de energía y llenas de empatía).

Una vez cada dos semanas te llegará un PDF a tu e-mail. Tendrás dos semanas para leerlo y trabajarlo. Para reflexionar. 

Cuando pasen las seis primeras semanas entraremos en la parte práctica. Antes haremos también pequeños ejercicios.

Nos encontraremos en un grupo cerrado de Facebook y un grupo en whatsapp abierto las 24 horas durante los dos meses que durará el curso para sentirnos acompañadas en todo momento en este viaje.

Además de esto tendremos tres reuniones en una plataforma on line. 

Testimonios de alumnas en mi curso anterior Reconecta con tu cuerpo. Conecta con el mundo:

"Para mí ha sido un curso lleno de cosas super importantes como es el propio reconocimiento del cuerpo, desde que empecé a hacer el curso algo cambió en mí. Llevo dos meses sin dolor menstrual cuando siempre me había dolido mucho, pero ahora conecto con mi útero, mis ovarios y no los rechazo sino que conecto con ellos. También me he dado cuenta de muchas cosas como mujer que antes no valoraba, me he vuelto feminista cuando antes he sido muy tonta y permitía cosas que son machistas, en definitiva me ha cambiado muchísimo a mucho mejor. Ahora me quiero como soy, quiero mi cuerpo, mi menstruación y toda la feminidad en completo. Gracias Ana, de verdad sabía que iba a ser increíble y lo confirmo." Jenifer


"El curso ha llegado en un momento crucial en mi vida, aprendí a no martirizarme tanto por cosas que no puedo cambiar y a sentirme poderosa a más no poder y a ser capaz de defenderlo ante cualquiera. Enriquecedor, sin duda..." Bella



"Ana transmite una super energía positiva. Sus palabras, en los módulos, te abren a un mundo nuevo. Yo soy más consciente de mi ciclicidad y de mi influencia lunar. Vivo mejor mis 4 fases y me he ¡Descubierto a mí misma! ¡Todo gracias a ella! ¡Un curso que aconsejo a todas! Como dice una de mis frases favoritas del mismo: "Yo, siempre, a salvo" 😉 Federica 



"Este curso no podía tener un nombre más acertado, RECONECTA.
Realizarlo me ha ayudado a parar, ser más consciente y desconectar del piloto automático en el que funcionaba. Reconciliarme con mi menstruación, amarme tal y como soy, empoderándome. 
Ana es un amor, está lejos pero parece que esté aquí cerquita mía, además la conexión que se ha creado en el grupo ha sido especial, mujeres compartiendo dudas, preocupaciones, experiencias, dándonos comprensión y apoyo mutuo.
Estoy muy contenta de haber aprovechado esta oportunidad." Gloria

 "Este curso me ha acompañado en momento de cambio y punto de inflexión en mi vida, mi maternidad y mi feminidad. Además te acerca a mujeres que aún con vidas y situaciones distintas sienten lo mismo que tú. La sensación que me ha dejado es la de pertenencia al grupo pero a través de un trabajo interior. Reconecta y empodera." Victoria

"Sobre Reconecta y haber conocido a la maravillosa mujer Ana Gálvez, puedo contaros que me llevo un grupo de mujeres que aunque no conozco personalmente nos apoyamos y compartimos valiosísima información. Gracias a este grupo me he empoderado y he aprendido a rebelarme contra los ataques que sufrimos como género.
He vislumbrado mi camino y este se andará entre mujeres, he aprendido, o estoy en el camino, a no juzgarnos, y ahora siento que todas las mujeres nos encontramos unidas por hilos invisibles y no dudaré en ofrecer mi apoyo a cualquier mujer que necesite mi ayuda.
Entre todas conseguiremos un mundo mejor. Gracias por todo." Lubna





EMPEZAMOS EL 24 DE ABRIL





INVERSIÓN 150€ 



O 2 CUOTAS DE 79€






PERO LLÉVATELO AHORA POR TAN SÓLO

 90€ (SÓLO HASTA EL 19 DE ABRIL)





PACK RECONECTA CON TU CUERPO. CONECTA CON EL MUNDO + RECONÉCTATE A TUS HIJOS  

AHORA POR TAN SÓLO 165€  (INVERSIÓN NORMAL 265€, AHORRAS 100€, sólo hasta el 19 de abril)





PACK 2X1
 
TRÁETE A UNA AMIGA Y LA INVERSIÓN SERÁ SÓLO DE 150€ 
(OFERTA VÁLIDA PARA CINCO INSCRIPCIONES, ¡DATE PRISA! 😉).



Mostrando entradas con la etiqueta Animal social. Mostrar todas las entradas
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13 abr 2017

La calidad de vida no te la quitan tus hijos sino la falta de apoyo del sistema


Este 2017 estoy haciendo realidad uno de mis sueños y es el de finalmente formarme en Asesoras Continuum®. Es una formación muy completa con varias ramas muy importantes que tiene como objetivo primordial, aunque no único, asesorar y acompañar la mejora del vínculo entre mamá y bebé. Aunque todas me gustan mucho, hace dos semanas empezamos mi favorita: El Acompañamiento, de la mano de Mamen Conte de Umuma. Después de una breve introducción en la que nos confesaba que este módulo nos removería mucho y que seguramente veríamos brotar algunas lágrimas, nos hizo una pregunta: “¿Qué es ser madre hoy día?” 
Después de leer nuestras respuestas, la mía fue “ser superwoman”, nos espetó: “Nadie nos lo ha dicho pero ser madre hoy día es muy duro” y ahí, justo ahí, sentí como unos dedos manoseaban mi corazón hasta escurrirlo delicadamente, lo mecían y empecé a llorar. Fue todo muy rápido, muy directo. No me lo esperaba. Era sólo la presentación del módulo y con una simple frase ya estaba llorando yo. Ni siquiera estaba premenstrual, donde suelo tener la lágrima más fácil, sino en uno de mis momentos más racionales del mes, en esos que "aguanto lo que me echen". Una de las tareas que nos propone Mamen es la de escribir un texto hablando sobre qué significa ser madre hoy día, y aquí va el mío.

"Ser madre hoy día no es duro, es durísimo. Una de mis frases de los últimos dos años es la de “Estamos todos muy desconectados de nuestra biología” y otra es que “ser madre me hizo descender del plano mental al corporal”, es decir, me hizo conectarme a mi fisiología. Tener un bebé te hace bajar el ritmo a la fuerza, adaptarte al suyo. O como le oí una vez a Laura Gutman en una entrevista: “A los bebés mientras que están dentro de nuestro vientre los llevamos nosotras, de aquí para allá, en cambio cuando nacen somos nosotras las que nos tenemos que adaptar a ellos.” 
Y ahí es cuando empieza el “problema”. Y esto lo voy a argumentar con otra frase de otra psicóloga, en este caso Rosa Jové, que dice que “Cuando un niño nace, a sus padres les regala la sociedad un cronómetro y un aro”. El aro para pasar por él, digamos para aceptar como bueno todo lo que se nos proponga, (imponga) a madre (y/o padre) y bebé. El cronómetro para hacerlo rapidito so pena que les empiecen a colgar epítetos negativos como adornos navideños al abeto en diciembre. Hay que correr, hay que producir, hay que ser “normal” y hay que ser uniformes. Porque si te sales de la norma, si te vistes “de paisano” ya estás destacando y eso no le va bien a este sistema, a veces simplemente no te va bien a ti misma.  
Algunas vivimos mal estar en el ojo del huracán por eso reverenciamos ante la consabida y paralizante indefensión aprendida.  
Es el camino fácil, al menos aparentemente. Nos educan para vivir tullidos, pero supuestamente somos todos libres. Por tanto si una mamá se permite hacer las cosas de forma distinta. Si una mamá descubre su instinto, descubre que quiere pasar más de los reglamentarios y tristes 4 meses que el estado español te permite “ser madre a tiempo completo”, pueden pasar dos cosas: Que lo haga, que se deje llevar por ese instinto de forma ilimitada para disfrutar de una maternidad placentera y sin prisas o que no lo haga. Que, a pesar de darse cuenta de lo que quiere, no pueda permitírselo económicamente, o tenga demasiado miedo para afrontar una decisiٕón valiente o “alocada” a ojos ajenos.

La mayoría de las mujeres antes de ser madres se aseguran el tener un puesto estable e indefinido. Es simple, práctico pero sobre todo muy lógico e incluso natural: Hay que garantizarse el pan a una misma y a la prole. A menudo se sienten criticadas o incluso son objeto de acoso laboral cuando se quedan embarazadas. La preocupación económica suele estar siempre presente. Aquí hablo de la realidad más cercana, la del sur. He vivido algunos años en el norte de Europa y sé que es bastante distinto, aunque aún no conozco ningún sistema, fuera de mi mente, que sea perfecto.

Sin embargo, no es hasta que nace tu hijo que empieza la verdadera aventura. 
La preocupación sigue presente, no es para menos, tienes en tus hombros la responsabilidad de la salud y el bienestar de una personita que no puede depender de sí misma. Sabes que sin ti no sobrevive. Y esto te hace estar alerta, constantemente. Si es tu primer hijo te sientes inexperta, además tienes a tu entorno que te lo recuerda con opiniones y consejos reiterados no pedidos. Pero el tiempo va pasando y tu hijo va creciendo, y con él tú.  Mi propia experiencia y la de observación a mis amigas madres es que el tiempo nos va empoderando y poco a poco aprendemos a responder con desenvoltura a los entrometidos. Pero a menudo nos sentimos muy solas. Faltas de tribu. Con la industrialización las mujeres nos alejamos, y seguimos haciéndolo, de nuestra familia y de nuestro instinto. No ayuda el tener que incorporarse al trabajo rápidamente, ni que exista la leche de fórmula, las guarderías o los carritos, aunque a simple vista sí lo hagan.

A menudo las mujeres nos enfrentamos a dos opciones vistas como maniqueas en los tiempos que corren. Una, la de querer estar con nuestros hijos el mayor tiempo posible y la segunda la de querer recuperar nuestra vida, nuestra independencia, indiviudalidad, rápido. Aunque no estoy muy de acuerdo con todo lo que dice Laura Gutman, he de confesar que leerla durante mi puerperio me ayudó a entender ciertas dinámicas y me gustaría citar el título de uno de sus libros el cual me parece bastante gráfico: Mujeres visibles, madres invisibles. Porque mientras que no somos madres estamos activas en nuestra sociedad, cuando nuestra realidad se transforma nos volvemos invisibles. Pero no sólo nosotras, sino también nuestros hijos.

Las madres tienen muchas presiones, las mujeres en general y las madres en particular. 
Me pagaron una carrera en la Universidad. Mis padres siempre me quisieron independiente, pero hace unos años mi madre pareció cambiar en algo y me hizo una confesión reiterada. Ella tiene dos hermanas y su madre, mi abuela, siempre les repetía que fueran independientes económicamente. Así, mi madre creció y empezó a trabajar cuando tenía quince años, porque había necesidad y porque eran otros tiempos. Pasados unos años nací yo y a los tres meses tuvo que volver al trabajo. Eran otros tiempos, ahora la baja de maternidad en España son muchos más...Días...Cuatro meses en total, todo un lujo (léase en tono sarcástico, claro está). Muchos años después se arrepentía de no haber pedido una excedencia o incluso haberse quedado en casa y disfrutar más de la infancia de mi hermano y mía. Durante mucho tiempo admitía haber tomado decisiones erróneas y afirmaba convencida que las mujeres nos habíamos cavado nuestra propia fosa con la “emancipación” porque ahora nos tocaba trabajar en casa y fuera de ella.

Tengo muchas amigas que desempeñan con esmero su profesión, se esfuerzan enormemente en sus trabajos fuera de casa y se dan prisa cada día por llegar a ella. Son madres dedicadas que se pasan la tarde entre el parque y el baño de sus hijos, entre preparar la cena y acompañarlos a dormir. Conozco muchas mujeres que emprenden desde casa y a menudo tienen que pensar en las tareas dentro de ella, en su trabajo y en el cuidado de sus hijos. Hay madres que frecuentemente no pueden acompañar a sus hijos a la cama porque sus horarios laborales no se lo permiten. 

Hay madres muy diferentes, con distintas circunstancias, pero en todas ellas hay un denominador común y por desgracia es la culpa. La diferencia de estas mujeres con las de hace dos o más generaciones es que ahora vivimos en la era de la información. Ahora hay cada vez más libros sobre psicología infantil y sobre crianza. En la red hay blogs de todo y muchas de nosotras vivimos un bombardeo de información que en muchas ocasiones sólo hace alimentar, acrecentar, esa culpa. Porque el ideal de madre, el listón que nos imponemos es cada vez más arduo.
Por eso creo que es tan importante que las mujeres trabajemos juntas. Por eso creo que es importante empoderar a todas las madres. Devolverles su fuerza interior. Su poder adormecido.
Otra pregunta que nos hace Mamen al final de la tarea es si nos gustaría centrarnos en trabajar con “un tipo de madre” sólo. No sé si respondo desde mi posición de poco experta aún en el campo y quizás en el futuro cambie de opinión, pero hoy por hoy admito que me gustaría tratar con “varios tipos de madre” porque pienso que me puede enriquecer mucho en el aspecto personal y en el profesional. Creo fervientemente que los círculos de mujeres, aunque sean muy distintas las unas a las otras, nos benefician a todas.

Lo peor de ser madre hoy no es la responsabilidad en sí, sino el escaso apoyo y acompañamiento de la sociedad. Se puso muy de moda hace unos meses hablar de calidad de vida y maternidad, por aquel entonces yo afirmé que lo que te resta calidad de vida no son los hijos sino la falta de apoyo del sistema. Sigo pensando igual.

Foto

(Todas esas madres en Pinterest haciendo spaguettis de arco iris y plastilina casera y yo aquí en plan "Hoy me he duchado y he mantenido vivos a los niños")

23 mar 2017

¡Fuera!

"El ser humano es un animal social" decía, y fue de las mejores cosas que dijo, Aristóteles, un conocido misógino de la Grecia Antigua. Era hijo de la sociedad del momento (aquél, aunque en éste no habría desentonado tampoco mucho, por desgracia). Pero hoy no deseo hablar de feminismo o misoginia, sino de crianza. Aunque todo esté más mezclado de lo que a simple vista nos pueda parecer.

Ando revuelta, (¿cuándo no?), estos días que se habla de time out en mi entorno, de silla de pensar y algo dentro de mí reacciona como un animal en peligro. Aún estoy aprendiendo a decir las cosas desde otro lugar. El racional. Pero hay momentos que sólo estoy en la emoción. Y con los niños me pasa esto. Con la sociedad en general, pero particularmente con los más pequeños y desvalidos. Tengo la sensación, ¿Sólo me pasa a mí? de que la mayor carga de los juicios la llevamos sobre todo las mujeres y los niños. Y siento una gran necesidad de defenderlos, a ellos y a sus madres. Estoy haciendo grandes progresos. Porque me encontré también en la guerra de las madres. Alguien me tiró hacia dentro. Ese alguien fui yo misma. Yo misma y mis creencias, las que nos hacen bajar la cabeza a mí y a todas mis compañeras desde hace milenios, demasiados.

Anoche para rematar vi un capítulo de la que, aún a distancia de once años, sigue siendo mi serie favorita: Friends.  Rachel dio a luz en un hospital y fue rápidamente separada de su cría. Mi compañero me mira expectante y con un poco de sorna como diciendo: "Allá vamos otra vez" cada vez que vemos algo juntos en la tele y salen bebés o niños pequeños. Y prometo que intento morderme la lengua, prometo que intento que no se me salten las lágrimas. Intento desconectar yo también o conectar con la que fui antes de ser madre. Pero no lo consigo. No puedo con tanta robotización. No puedo con tanta anestesia. Es más pena que rabia lo que siento, aunque se manifieste más como rabia que como pena. En el capítulo, o los capítulos, porque luego vi el siguiente, se ve a todos los amigos delante de la vitrina del nido donde están todos los bebés, observando a la recién llegada. Están contentos y sonrientes (los adultos, claro). A nadie se le pasa por la cabeza que esos niños estén demasiado lejos del olor de sus respectivas mamás. El capítulo sucesivo también lleva lo suyo. Ahí se ve a una matrona trayéndole la bebé a la parturienta desde el nido para que ella le dé el pecho. Rachel se lamenta a la sanitaria de que su hija la vez anterior no se haya enganchado bien a su pezón y, bueno, apuesto que más de la mitad de las mujeres de la Europa actual saben que si las separan demasiado tiempo de sus crías al nacer existe el riesgo de que al principio haya más problemas para lactar. Pero hablamos de Estados Unidos. Las cosas están cambiando también allí, además han pasado once años desde que la serie acabó y en obstetricia se está avanzando mucho. Avanzar en obstetricia para mí quiere decir volver sobre nuestros propios pasos. Volver al parto mamífero incorporando los avances tecnológicos SÓLO PARA CUANDO SEAN VERDADERAMENTE NECESARIOS. Ésta es la utopía a la que llegaremos. Gracias a que hay muchas personas preocupándose por ello, ocupándose de ello.

El visionado de estos capítulos de mi serie favorita coincide también con el momento en el que empiezo a leer en serio, lápiz en mano (para subrayar), al doctor francés afincado en Londres Michel Odent. Me quedo con frases como "Me he dado cuenta de que los seres humanos somos mamíferos. Todos los mamíferos se esconden o se aíslan para dar a luz. Necesitan intimidad. A los humanos les sucede lo mismo. Hay que tener constantemente presente esta necesidad de intimidad." Y veo la feria que hay en el hospital de la serie. Personas que entran constantemente. Bebés en el nido. Luces potentes. Se sabe que las luces inhiben la oxitocina, conocida popularmente como la hormona del amor y activan la adrenalina, la hormona del miedo. Globos de colores. Y lo peor de todo, una mamá y su bebé lejos la una de la otra.

Esta lejanía, esta separación, se arrastra en los siguientes años del bebé, del niño, del adolescente, del adulto en casi todo ser humano. Es el clásico "Divide et impera" (Divide y vencerás en cristiano) del César. El caldo de cultivo de la sociedad patriarcal. A alguien (el sistema) le conviene que estemos divididos. Y me despierto esta mañana pensando en lo que dijo el sociólogo canadiense Malcolm Gladwell sobre lo perdido y desvalido que nos sentiríamos si viviéramos hace un millón de años en una cueva y alguien nos echara de ella.

Lo peor que le puede pasar a un ser humano (al cavernícola y a ti, nuestra fisiología no ha cambiado nada) es la exclusión. Y ¿por qué? Sencillo. Porque somos mamíferos altriciales y gregarios lo cual nos corrobora tres veces que necesitamos mantenernos unidos y que te digan: "¡Fuera!" aunque sea con palabras bonitas, si es que las hay, es lo más traumático que le puede pasar a cualquiera de nosotros. Cuando a un bebé se lo deja llorando en una cuna siente un desconsuelo tremendo. Cuando a un niño se lo excluye del grupo y se lo deja pensando solo, se siente mal y esto le deja huella en su historia personal.

Si un día de fin de semana estándar (creyendo, o deseando, siempre que los papás y las mamás no deban trabajar ni los sábados ni los domingos) lo pasamos unos con otros, buscándonos, tocándonos, abrazándandonos, besándonos, etc. ¿Qué nos hace pensar que por las noches nuestros hijos no deseen ese contacto físico mientras que son pequeños? Si precisamente la noche es la oscura, la que alberga más peligro. Si incluso los adultos tenemos miedos con nuestra capa de racionalidad, como no van a tener miedo los niños si aún sus cerebros no tienen neocórtex o se les está formando en estos momentos.

Y cómo no van a pasar miedo dejándolos fuera del grupo por "haberse portado mal" aunque sólo sean "unos minutos". ¿Si los niños pequeños no tienen noción del tiempo cómo van a saber qué son dos minutos si algunos ni siquiera saben diferenciar un día de un segundo? ¿No será mejor explicarles por qué uno no se puede comportar de una cierta manera? Aunque toque hacerlo mil veces. Por lo demás, a los adultos también nos explican cosas y a menudo por más que lo hagan no nos quedan claras y volvemos a caer infinitas veces sobre las mismas piedras.

Luego nos venden que los niños tienen que socializar, que un niño está estupendamente en la guardería sin su madre. Venga ya hombre por favor. ¡A ver si vamos abriendo los ojos!





14 mar 2017

Esconder la sangre

Domingo. Hay domingos intensos en los que las emociones y la sangre se mezclan. Y a veces se juntan varios acontecimientos que nos invitan a la reflexión. En este caso (el del domingo pasado) fueron tres:



1) La llegada de mi ciclo. Entrada triunfal en mi fase menstrual en un día de estar en familia y que encima el sol fuera te dice: ¿De verdad vas a "castigar" a los demás estando en casa hoy cuando yo no puedo brillar más fuerte?

2) Un balonazo en la cara de un chico que estaba jugando al fútbol en el sitio donde estábamos comiendo.

3) Breve conversación con la hija de mi compañero sobre la visibilidad de mi menstruación en....LA DUCHA.

Pero hoy no quiero que leáis sino que me miréis 😉

Os dejo el vídeo que he colgado en mi canal de youtube sobre el pasado domingo y sobre la visibilidad de la sangre y de las emociones. Y me gustaría leer vuestras reflexiones al respecto. ¿Me las dejáis en los comentarios? 😊😘


¡GRACIAS!

4 mar 2017

No, Soraya, no eres una mala madre

Anoche leí rápidamente en Facebook un breve artículo llamado Críticas hacia Soraya por dejar a su bebé recién nacida.

Y esta mañana me he despertado con la necesidad de escribirle unas líneas a la protagonista de la historia.

"No Soraya, no eres una mala madre. No dejes que los comentarios te calen. Sé impermeable. Es muy fácil juzgar, yo he estado ahí.  Yo también he juzgado, mucho, aunque "me estoy quitando". Y ¿Sabes por qué? Porque al final las criticadas, las juzgadas somos siempre las mismas: Las mujeres. Seamos madres o no. Hagamos una cosa o la contraria.

Probablemente aún no hayas aprendido términos como puerperio, adultocentrismo o patriarcado. Probablemente no hayas oído nunca la frase del científico Niels Bergman: "El hábitat de un bebé es el cuerpo de su madre". Es perfectamente normal. Que le des pecho o no es, en efecto, tu decisión, o la de tu cuerpo, o un mal asesoramiento del personal sanitario del hospital donde diste a luz. Pero es asunto tuyo.

Te cuento mi experiencia personal por si te vale. Nada más nacer mi hija se la llevaron dos horas a una incubadora, aún no he entendido por qué. Tampoco pregunté, supongo que estaba muerta de miedo y me fié de los "expertos". Como si yo no fuera capaz de calentar su pequeño cuerpo con el mío. Esas dos horas me las pasé con su padre, emocionados ambos por su llegada, inexpertos, sin saber que faltaba alguien muy importante en el cuadro: NUESTRA HIJA. El fruto de mi vientre. El producto de nuestro amor. Esa misma noche mi hija durmió en el nido del hospital, porque así eran las normas del centro. Y yo no me hice ninguna pregunta, ni le enseñé a nadie mis colmillos como una loba a la que le alejan su cría. Ya ves.

Eres perfectamente normal, Soraya. Eres como todas las mujeres. Un producto de este sistema. O mejor, como hemos aprendido dócilmente a ser. Como buenas chicas obedientes que somos. ¿Sabes qué dos cosas hice aproximadamente un mes antes de nacer mi hija? Escribir dos notas en el móvil. La primera fue la de "no coger a mi hija demasiado en brazos porque se acostumbran y luego no te dejan hacer nada", consejo que me dieron por ahí y la segunda algo que leí en un foro de madres primerizas que venía a decir: "Atended siempre primero al marido porque los hijos de todos modos te van a querer incondicionalmente, pase lo que pase". Como si el marido no fuera adulto y como si el bebé no naciera ya acostumbrado a la contención y no estuviera programado maravillosamente por la naturaleza para estar feliz entre tus brazos, oliendo tu cuerpo, donde se ha gestado, y escuchando los latidos de tu corazón, su banda sonora favorita.

Leí en el artículo que estuvistéis en el restaurante de David Muñoz, el marido de Cristina Pedroche. La cual admite que el día que tenga hijos no los querrá igual que a su marido sino menos. Seguramente sea así al principio. Casi todas hemos pasado por ahí. Luego algo se enciende en el centro de nuestro cuerpo y nos sublevamos a todo y volvemos a encontrar la conexión perdida con el orden de prioridades reales.

Nuestra sociedad te dicta que no puedes dejar de lado al marido. Que él también tiene necesidades. Y ahí nos volvemos locas entre las necesidades del bebé que van primero y (casi) ninguna madre duda, y las de nuestro marido que, pobre, está encontrando su sitio (como los hermanos mayores ante la llegada de un bebé nuevo, comprensible, ¿no?) Mientras tanto tú te fustigas porque pasan los meses y sigues con una barriga hinchada. Porque se te ven las estrías y dentro de poco llega el verano. Por no tener tiempo para depilarte y casi casi ni para ducharte. Te sigues fustigando porque quieres preparar comida súper rica y tener la casa como los chorros del oro, mientras sonríes a todos ocultando tus preocupaciones, tus miedos, tus ojeras y la barriga, porque no es como las de las modelos de Victoria's Secret que te enseña el HOLA después de "tan sólo dos semanas después de dar a luz".

A ti Soraya, vive tu maternidad sin que nadie te diga lo que tienes que hacer o como sentirte.

A todos, dejemos de criticar a una madre primeriza que ya bastante tiene y preguntémonos como podríamos ayudar a esa madre en particular y a la sociedad en general."

Es todo por hoy.

Fuente

1 mar 2017

Tómate tu tiempo. Ahora toca estar mal. Ya estarás bien.

Este fin de semana hemos tenido visita. Una de mis mejores amigas de Dinamarca ha estado con nosotros unos días. Y ha sido maravilloso. Hacía 6 años que no nos veíamos. La última vez fue un fin de semana corto en Madrid. Esta primavera hará 8 años que dejé Dinamarca y no he vuelto a ir, a mi pesar. Aunque ando soñando planeando volver muy pronto.

Mi amiga no tiene hijos pero tiene una gran empatía con los niños, como la mayoría de los daneses que conozco, así que mi hija y ella han conectado mucho estos días.

Durante mi estancia en Copenhague traté con muchos niños. Trabajé más de un año en una guardería y cuidé a algunos de los hijos de mis amigos. Fue una experiencia increíble que me preparó un poco para mi maternidad.  Que queréis que os diga, en un estado de bienestar se piensa hasta en los niños (léase con tono irónico). Para mis amigos españoles e italianos, e incluso para mí al principio, era chocante que el estado te pagara un sueldo "sólo" por estudiar en la Universidad. Y como eso todo lo demás.

Volviendo a mi amiga. Es una persona muy interesante. Entre muchas cosas ha vivido en Cuba donde estudió cine tres años. (Por cierto que fue la coyuntura que aproveché en 2008 para visitar la isla y, por supuesto, a ella). Y cuando volvió a Dinamarca, después de pasar un periodo corto en Málaga, tuvo una crisis existencial que la llevó a estudiar Antropología. Le concedieron una beca para vivir en Boston unos meses y su proyecto de fin de carrera lo hizo en "Puelto Rico". Muchos años antes había vivido unos meses en Panamá y luego un semestre, si no me falla la memoria, en Barcelona.


El viernes nos dedicamos la mañana a nosotras, a solas y estuvimos paseando por el centro. Nos contamos como éramos hace unos años. Es curioso como una misma se olvida de como ha sido en el pasado. Así, yo le recordaba aspectos de su personalidad o frases pronunciadas por ella que no recordaba. Y ella decía que en casa se comía la mejor tortilla de Copenhague. Se acordaba de un calendario de UNICEF colgado en la pared de la cocina con una foto de niños africanos. Me recordó que yo quería adoptar uno. Me había olvidado. Fue estupendo conectar con la persona que fui en el último lustro de mis 20. Fue estupendo volver a sentir Copenhague. Tener el mapa por unos días en la mente de una de las ciudades que más me han construido con vivencias inolvidables.

Hubo un momento en que me dijo que yo tenía muchas amigas almas gemelas y que ella era una de ellas. Porque parecía que ambas habíamos vivido varias vidas. La verdad es que hace años que tengo esta sensación. La de haber vivido varias vidas o varios mundos. Eso es algo genial que me ayuda a dar perspectiva cuando siento que me estoy sumergiendo demasiado en la arena movediza del sistema, que tiende a tirarnos hacia dentro. Y es genial tener amigas y amigos con vivencias parecidas que te puedan entender. 

La conocí casi por casualidad. Aunque cada vez creo menos en las casualidades. Era mi primer fin de año en Copenhague. Yo había llegado casi un año antes, y fuimos a una fiesta con los amigos de mi ex. A las 7 de la mañana alguien me presentó a mi amiga diciendo "Mira, esta chica habla español". Aún recuerdo la cara de sueño de todos los presentes (que quedaban) alrededor de nosotras mientras hablabamos animádamente de cine durante dos horas. Me acuerdo de su acento argentino (en Barcelona tuvo un novio porteño). Ahora es más bien caribeño. Dice "aruñar" y cosas así que me hacen mucha gracia. Conectamos inmediatamente. Nos hicimos íntimas y no dejamos nunca de tener contacto aunque no viviéramos siempre en la misma ciudad. Fue testigo de uno de los momentos más duros de mi vida.

Tras mi ruptura sentimental con mi compañero danés estaba hecha polvo. Fue mi primer gran duelo. Mi amiga se acordaba de como fueron esos primeros días. Me confesó que se había sentido culpable por no haberme acompañado mejor. Aunque éste no fue en absoluto mi punto de vista. Y de todos modos yo no estaba bien en ningún sitio. Es lo que tiene estar rota. Una noche fui a dormir a su casa y dice que aún recuerda la energía "a pedazos" que emanaba de mí. Se recrimina no haberme dicho "Estás mal, quédate en casa hasta que quieras. Si quieres estar en el sofá, está en el sofá. Tranquila. Yo no paro mi vida. No me lo puedo permitir. Pero cocinaré para ti y estaré contigo el mayor tiempo posible." Escuchándola me costaba contener las lágrimas. Sí, es verdad, cada vez soy más llorona. Pero es que estas palabras tan bonitas y sabias conectan con mis vivencias y mi forma de ver la vida de los últimos años. ¿Por qué nos costará tanto simplemente acompañar a una persona que está mal? Meternos en su cueva sin hacer mucho más. Escucharla hasta que salga del bucle. Porque me consta, por experiencia propia y ajena, que cuando alguien está mal habla infinitamente de lo mismo. Hasta que un día habla de otras cosas. Va incorporando sonrisas y otro arcoiris de emociones y supera el duelo. Pero a su ritmo.

La respuesta la sé. Llevo unos años sabiéndola y hablando de ella. Aspiro a ser una buena acompañadora, por eso hago lo que hago. Para ello me formo y leo incansablemente. Lo ideal sería pronunciar más: "Tómate tu tiempo. Ahora toca estar mal. Ya estarás bien." Y callarme para abrazar y escuchar y prestar la ayuda que me pidan, no la que yo me invente. 

Del fin de semana queda un sentimiento de ternura por haber pasado tan buenos momentos con ella. La melancolía de mis recuerdos en Copenhague. Muchas reflexiones que me acompañarán por un largo periodo. Un frigo lleno de comida danesa. Una caja de galletas de mantequilla que me enseñó a hacer el domingo y que saben a cielo. Y mi hija viendo dibujos en danés, repitiendo frases y preguntándome el significado de algunas palabras.

Otro día os cuento la anécdota de la noche que conocimos a Pablo Milanés, sus tres hijas, su hijo pequeño y a la famosísima Yolanda en La Habana. No tiene desperdicio. 

Y por si no lo sabiaís el fin de semana que viene vuelvo a tener visita danesa. 💓




13 feb 2017

La culpa siempre de ella

La culpa es tuya, por ser tan guapa.

La culpa es tuya, por ser tan lista.

La culpa es tuya, por estar tan preparada.

La culpa es tuya, por ser tan simpática.

La culpa es tuya, por estar tan buena.

La culpa es tuya, por no parecer tonta.

La culpa es tuya, por ser de colores.

La culpa es tuya, la de asustarlos siempre a todos.

¿Y de quién si no iba a ser?


10 feb 2017

La frase del filósofo

"Cuando el corazón llora por lo que ha perdido, el espíritu ríe por lo que ha encontrado" Le escuché decir hace unos años a un amigo. Es una frase de Séneca, que, oída en un momento de sumo dolor, después de una ruptura sentimental, puede significar la simple unión de unas cuantas palabras vacías. Unión, lo que sientes que te falta en ese momento. Dolor, lo que tocamos dentro y fuera. Pocas ganas de comer y dormir. Aumento de la ingesta de dulces. Nuestro cerebro nos pide desesperadamente una compensación. En los peores casos el número de cigarrillos fumados o incluso de copas de vino bebidas, de cervezas, de alcohol en general, se multiplican. Buscando sentirnos bien al final acabamos por castigarnos más. Eso sin contar con querer llenar el vacío que deja una persona con el espacio que ocupa otra, la que sea, alguien que no nos conviene.

Pero la frase en realidad, aunque en principio nos suene hueca nos enseña la luz al final del túnel, es un hilo de esperanza que cuando menos te esperas se convierte en un fogonazo de felicidad.

El domingo fui a una fiesta infantil. Era el cumpleaños de un amiguito de mi hija pero había muchos adultos. Mientras los niños jugaban yo hablaba con dos mujeres, una mamá y una amiga de la madre del homenajeado.

Las mujeres rápidamente profundizamos y hablamos de sentimientos, además yo creo que lo propicio, no me gustan los discursos huecos, ahí prefiero estar en silencio o hacer algo más productivo. De verdad, cada vez llevo peor no aprovechar el tiempo o mejor, malgastarlo en situaciones que me contaminan, que me llenan de ruido la cabeza, que ensucian mi mente y me roban energía. La cosa es que ambas mujeres tenían rupturas sentimentales recientes y cuando vi asomando una lágrima en el ojo de una de ellas les solté a bocajarro la frase del corazón y el espíritu. Una de ellas me dijo: "Ojalá encuentre a alguien pronto". Estamos tan acostumbrados a vivir en pareja. Cierto que a todos nos gusta el calor, estar con otra persona, la unión, dormir en compañía, pero nunca debería ser a cualquier precio. Y me consta que a menudo queremos mal, nos quieren mal y lo permitimos, precisamente porque tenemos un problema de base que es querernos mal a nosotros mismos. Es la consecuencia de muchas vivencias de falta de respeto que se lleva perpetuando siglos. Nos hemos preocupado más por las guerras y las conquistas de otros países (¿continentes?) que por querernos bien y prodigar el amor en mayúsculas, el desinteresado, el que no pide, el que confía. La historia de la humanidad, aunque me consta que es desde hace unos milenios, es decir que no siempre ha sido así, nos habla de competitivad y conflictos de todos los colores. Al mundo lo ha movido el miedo, que, por lo demás, es una emoción humana natural. El problema es que ha dominado demasiado sobre el amor. Por eso nos cuesta tanto el amor grande, aunque ésta es sólo mi humilde opinión.

He vivido algunos duelos, algunas rupturas sentimentales y puedo confirmar que las palabras optimistas en ciertos momentos no son bienvenidas. Perdí al padre de mi hija y hubo quien me dijo que es que tenía que aprender no sé que lección. Creedme, hay momentos en los que la buena educación cuesta. Hay momentos en los que dudas que es buena educación. Hay momentos que dudas más del sistema que otros, aunque últimamente dudo casi permanentemente, de ahí mi esfuerzo por querer hacer las cosas de forma distinta y obstinarme en querer salvar a personas de lastres sociales demasiado caros para nuestro bienestar.

Algunos años antes de conocer al padre de mi hija viví una ruptura dolorosa, el final de la relación más larga que he tenido. Sentí un vacío inmenso en los meses que sucedieron dicha ruptura y cuando supe que él rehizo su vida con otra persona la cual, en la actualidad es su mujer y madre de sus hijos, fue como si me rompiera por dentro. Recuerdo el dolor, la ansiedad. Pero recuerdo que a medida que pasaban las semanas y yo lograba distraerme había momentos en los que sentía grandes y verdaderas emociones de alegría. Poco tardé en saborear el placer de estar conmigo misma, el de no deberle explicaciones a nadie. El de hacer casi siempre lo que quería. La libertad y la felicidad son sinónimos directos. No me cabe la menor duda. Pero hubo algo que me ayudó a superarlo todo y fue saber que él se sentía cuidado y atendido y feliz con otra persona. Eso me liberaba. Eso me hizo liberarles el camino para que ellos se quisieran tranquilos. También ayudó la distancia, ahora vivíamos de nuevo en países distintos.

Un año después quiso verme, para un café.Yo accedí, a pesar de que muchas personas de mi entorno me lo desaconsejaron. Estaba segura de mi decisión. Había superado la ruptura, si lo pasaba mal sabía que lloraría un poco, o mucho, pero sentía que tenía que afrontar ese momento.

Ese café pasó. Estuvimos algo más de una hora charlando de la vida y fue suficiente para darme cuenta de que realmente lo había superado. De que no sentía nada por la persona que tenía delante. Entre otras cosas porque era muy distinta de la que había sido mi pareja durante años, de aquella con la que había compartido las experiencias más grandes hasta entonces. Y me despedí de él, en todos los sentidos, me fui a casa, tranquila. Estuve el resto de la tarde sola y contenta. Y eso que el día anterior había estado en una boda preciosa. Y eso que iba a cumplir treinta y un años y no tenía pareja a la vista.

En ocasiones se le tiene miedo al abandono por el que dirán. Porque la prosperidad en nuestra sociedad es igual a tener pareja, un buen trabajo, un buen coche, una casa grande, aunque la casa se caiga a trozos, los gastos del cochazo nos ahoguen, el trabajo nos robe calidad de vida y tiempo de estar con nuestros hijos y la relación de pareja nos reste más que nos sume.

A veces es más fácil seguir adelante con la historia que tenemos en lugar de pararnos en seco y decir: "¡Basta! Esta relación ya no me da lo que yo necesito. En esta relación ya no estoy bien".

Lo confirmo: "Cuando el corazón llora por lo que ha perdido, el espíritu ríe por lo que ha encontrado". Lo ideal sería estar bien con una misma permanentemente, estando en pareja o sin ella.

12 ene 2017

En el fondo todas las mujeres somos del sur

Esta mañana me levanté con el pelo enredado, más despeinada que nunca. La luna llena haciendo de las suyas. Y por fin está lloviendo. Todo estaba raro. Una bruja volvía a arder en su hoguera medieval gritando mi nombre. Así no hay quien viva tranquila. Que la urgencia de escribir no se vea vencida por la de recoger juguetes. Porque escribir es la única forma que tengo para calmarme de veras. Ellas y yo.

Pedí un akelarre, con K mayúscula y me fue concedido. Una conexión de locura, de cabelleras enredadas en pensamientos de fuego. Y me sentí sedada...Comfortably numb....con la sonrisa delante de la hoguera quemé todo lo que me importa pero que no es importante. Y me derretí sin derramar una sola lágrima. Me dormiré con la luna redonda encima de mí, de todas. De la hoguera.

Estoy convencida. En el fondo todas las mujeres somos del sur.



28 dic 2016

Al 2016 le debo una hoja de ruta


Ahora que ambas estamos de vacaciones tenemos tiempo para mirarnos a los ojos. Para jugar juntas y separadas. Para abrazarnos. Para enfadarnos poco. Para hacer las paces rápidamente. Mientras vivimos esta vida sin grandes lujos, con fecha de caducidad, me vuelvo a preguntar en qué mundo destructivo vivimos que no nos da a las madres un sueldo, una tranquilidad para cuidar de nuestras crías. Los adultos del mañana. Para que lleguen llenos de amor y de tranquilidad y puedan hacer cambios grandes. Así como vamos, cuando no hay vacaciones, es difícil que se acaben las guerras a corto plazo. Hacemos lo que podemos. Hay una gran conciencia nueva. Pero todo podría ser aún mejor. En un mundo sin relojes. En un mundo sin superproducción.

Me daban miedo las serpientes porque me dijeron que me daban miedo las serpientes. Yo me lo creí. Como me dan miedo los martes y 13. Como le temía al dolor de mi sangre y a los partos sin medicina e instrumentos de fríos metales. En castellano serpiente y rana son femeninas. No te sorprendas.

No nos gustan las estaciones. Todos queremos vivir en el trópico. De entrada nos resistimos a los cambios. Aunque yo cada vez le tengo más miedo a lo conocido.  Explotamos la tierra porque no queremos que haya cambios, porque no nos gusta no poder comer ciruelas en invierno y naranjas en verano. Por eso no nos gusta el invierno. Por eso no nos gusta llorar.

Al 2016 le debo una hoja de ruta.
Una hoja de ruta pero "caminante no hay camino".
Un guión para saltármelo. 
Unas reglas para romperlas.
Unas leyes para infringirlas.

Al 2016 le debo madurez, asertividad. Lágrimas. Algún puñetazo más contra la pared. La enésima caída. Vencer mi timidez. Dejar de tomarme tan en serio.

Un Blog para no explotar. Un compartir sororidad. Un habitar mi cuerpo como nunca antes.

Al 2016 no sé si le debo nada. O simplemente se lo debo al tiempo. A la vida, a la muerte. Las cenizas. A la resurrección. A la tierra, a la luna. Quizás nada más que me lo deba a mí misma. Así que, no me debo nada. Nadie debe nada. Ni a mí. Ni yo. A nadie.



"Well I'm on my way, I don't know where I'm going, but I'm on my way. I'm taking my time but I don't know where." Paul Simon. Son los versos que más he cantado durante los últimos meses. "Bueno, voy de camino, no sé donde voy, pero voy de camino. Estoy tardando pero no sé a dónde".

14 dic 2016

Papel mojado que vuelve al polvo

La guerra no acaba si no es con todos. Mujeres, niños, hombres, perros y gatos. ¡Qué pena de niños que vinieron a este mundo para ver sus sueños truncados! Sus sonrisas de dientes de leche rotas...El polvo hace fango con la sangre y a nadie de los de arriba le importa. Que tú y yo lloremos, que salgamos en masa a la calle, que firmemos mil peticiones no sirve para nada en un mundo donde se dan premios por la paz a belicistas de bella sonrisa...Lo has visto, lo hemos visto mil veces. El poder tiene muy mala memoria y ceguera y quizás ni siquiera sea fácil...Tenemos todos demasiado miedo para vivir con ganas, por eso nos matamos, aunque llevemos muertos milenios, algunos más que otros. No estamos más que haciendo un papel, enseñando una cara soleada que no es más que papel pintado...papel mojado que vuelve al polvo...

13 dic 2016

13 acciones ecologistas que he llevado a cabo en 2016

Cada día soy más ecológica o ecologista, no sé, tiene que explicarme bien mi amiga Isa. A ver si se anima antes de que acabe el año y lanza su blog y me da la satisfacción de citarla en el mío 😉

Mis padres me educaron bien y yo nunca tiraba un papel al suelo. Poco a poco, y como todo, hemos ido evolucionando y el sistema de reciclaje ha ido mejorando en todo el sur de Europa. Pero sigue habiendo mucho pero que mucho camino por delante.

A mí me interesa que la reconexión, que SIEMPRE empieza por una misma, se extrapole a todos los ámbitos de la vida y a todo el planeta. El planeta no es sólo tierra, agua, aire y fuego, también son los animales o las personas y las plantas. Ser más ecologista debería ser un concepto a 360 grados. Mi intención es la de abrir cada vez más los ojos y ser cada vez más justa con la vida en general. De este año puedo hablar de los siguientes ejemplos que voy a incrementar aún más el año que nos espera ya a la vuelta de la esquina:

  1. Dejar todos los trabajos para dedicarme a aquello en lo que de verdad creo. A mi pasión.
  2. Llevar a mi hija "sólo" cuatro horas al colegio, es el mínimo que el orden de su escuela permite y el máximo que yo me permito estar alejada de ella. 
  3. Comprar muy poca carne. Tanto es así que ha habido semanas que hemos comido sólo una vez carne en casa.
  4. No comprar harinas refinadas.
  5. Comprar huevos ecológicos.
  6. Azúcar de caña casi en exclusiva.
  7. Montar un curso de autoconocimiento para mujeres.
  8. Usar copa menstrual en lugar de tampones. Y aumentar el uso de salva slips de tela y reducir considerablemente el de compresas desechables.
  9.  Reciclar incluso cuando no estoy en casa. Así a veces hasta traigo en el bolso papeles o envases de plástico para reciclarlos en casa si lo que veo por la calle son simples papeleras. 
  10. Abrigarme más o tomarme un buen té calentito (sin azúcar) en vez de subir un poco más la calefacción
  11. Empezar el día con un vaso de agua tibia con limón que me llena de energía.
  12. Sustituir el colutorio por el bicarbonato por las noches antes de irme a dormir.
  13. Hacer casi todas las semanas un bizcocho de limón para así reducir el consumo de bollería industrial.

¿Y tú? ¿Qué acciones has llevado a cabo este año para ser más ecologista a 360 grados? ¿Qué acciones has pensado llevar a ejecución en 2017? Si quieres déjamelas en los comentarios. Es bonito cuando las personas nos inspiramos las unas a las otras.

6 dic 2016

Yo también creí ser feminista

Lo repetía continuamente: "¡Soy feminista!". Pero les reía las gracias. A ellos, a los machistas, a los aparentemente inofensivos. ¿Inofensivos? Pues claro, los hay peores. Yo les reía las gracias. Selectivamente. Pero reía. Incluso hacía bromas yo también. Las repetía. Después he entendido que no hay que reír. Que hay cosas muy serias que son la antesala de otras aún peores.

Yo también creí ser feminista. Porque hace falta, lo viene haciendo milenios. Pero etiquetaba a otras mujeres. Las hay peores que yo, que etiquetan o etiquetaban más, eso seguro. ¿Y qué? Lo que sé es que yo lo hacía. Deberíamos saber a estas alturas de la película que TODO EMPIEZA EN NOSOTROS. Que nada se cambia si no es con el ejemplo. Que de opiniones están llenos nuestros días y sólo nos llevan al hastío más profundo. A la distracción de la verdad.

Yo también creí ser justa. Y un día desperté y miré a mi alrededor. Y desde ese día no he parado de llorar por todas las mujeres que me precedieron, por todas las mujeres del presente y por todas las que vendrán.

Por eso me cuesta hablar de cualquier otra cosa, porque me duelen todas las hermanas que sufren. Me duelen en lo más dentro de mí. Me duele su dolor. Me duele su desconexión. Me duele su realidad velada. Me duele que se sigan vendiendo historietas y que nosotras las sigamos comprando.
Me duele nuestra falsa culpa. La pesada cruz acarreada desde el principio de los tiempos.

Me duele todo mucho y no puedo ni QUIERO dejar de hablar de estas cosas, porque hablarlas, compartirlas nos llevan al camino, al de la justicia y la verdad.

No quiero ni voy a dejar de hablarlas, porque aunque no me quieras escuchar, sé que alguna palabra entrará en ti y algo hará "click". Algo encajará ahí dentro y poco a poco querrás saber más. Te lo digo tal y como lo creo:

Puede que no suceda hoy ni mañana pero sucederá. Despertarás y verás y empezarás a caminar a nuestro lado. Mientras tanto yo seguiré esperando, escribiendo y hablando incansablemente de lo que durante demasiado tiempo ha estado tapado.


3 dic 2016

Está decidido.

Está decidido.

No pienso traicionarme más. 

Me he prometido ser fiel a mí misma.

Porque si yo no soy fiel a mí misma. ¿Entonces quién? 

He tardado mucho en llegar hasta donde estoy y dar un sólo paso hacia atrás es absolutamente inviable.

Aunque me cuesten algunas lágrimas más.

Para salir a la luz a veces hay que pasar por el más crudo de los inviernos.

Lo sé bien.

Sé que me quedan muchos pasos que dar.

Mucho camino por recorrer.

Andar hacia atrás sabiendo lo que sé hoy sería negarme a mí misma.

Andar hacia atrás significa quedarme parada dentro de poco.

Los frenos no son para mí. 

No sé estar sin crecer.

No quiero estar sin crecer.

Continúo hacia adelante aunque me cueste desprenderme de las certezas en las que creía.

Continúo hacia adelante porque no quiero ser nadie que no sea yo misma.

Y lo escribo y publico para que me quede aún más claro.

Para reafirmarme una vez más.





28 nov 2016

De docilidad y violencia obstétrica

Me atastéis y yo me dejé. Ni lo vi como un gesto violento.

Seguramente me cegó mi "docilidad", esa que me decía "¡Ya está bien! Que ya te has salido bastantes veces del tiesto" como si una no tuviera derecho a levantar la voz cada vez que la están pisando.

Me atastéis y me robasteis lo que (quién sabe) pudo haber sido mi vivencia más poderosa.

Todos impunes.

Hace meses abrí este blog que llamé "masternura" porque "al mundo le falta ternura" y pensaba hablar de cosas tiernas...Pero el sistema no me deja mucha elección y escribo de guerras, escribo de injusticias, escribo porque es la única forma que tengo de no ahogarme en la basura que nos inunda.

Estoy harta de callar. La suciedad que perciben mis ojos me duele demasiado. Pero me duele aún más cuando mi boca sonríe falsamente. Cuando mi boca no está denunciando lo que ve. Cuando mi pluma está paralizada por mi "docilidad".

Yo quería traer un mensaje lleno de luz y de amor y sólo consigo ser una piedra en un zapato. Una piedra en el zapato de alguien que no quiere ver (porque no le interesa 💰)

Recuperar la dignidiad, la de todos, es fundamental.

Y muy urgente.







7 nov 2016

Penélope, madre y mujer del siglo XXI

Hay días que te espero todo el día. Y cuando falta una hora para vernos ensayo la sonrisa. Ensayo mi saludo. Porque quiero que me veas contenta. Ponerte contento.

Y luego llegas de repente y no me acuerdo de como era esa sonrisa. Y no me sale ni media palabra. Me siento rara. Como si no te reconociera.

Te fuiste esta mañana y parecías otro. O quizás yo soy otra.

Me paso el día haciendo cosas y soñando mis sueños.

Y corriendo de un lado para otro. El reloj me interrumpe a cada ratito.

Tengo la sensación de que a veces te hago pagar cosas pasadas, las que pasaban cuando no crecíamos. No digo que fuera sólo responsabilidad tuya. Bueno, no lo digo ahora. En otros momentos sí. Según me pilles. Ya sabes, en esos momentos en los que hasta hablo de culpas.

Pero no me hagas caso que ni yo misma me entiendo. Querría hacer más cosas de las que hago. Que las niñas me dejaran un rato tranquila. La interior y la actual. Que pudieran jugar ajenas a las responsabilidades y al tiempo. Sin pensar en todo lo que hay que hacer.

En todo lo que hay que pensar.

En todo lo que hay que escribir.

A veces me gustaría reír libre de preocupaciones. Y saltar y correr, invadida de la locura más inocente.

Pero ahí estamos, tratando de reconquistar - me de reconectar - me a mí misma.

A veces te espero, Ulises. Otras me espero sólo a mí misma. Lo mejor es cuando no siento ni ápice de culpa. A veces hasta ocurre.

Después de todo nunca me llamé Penélope, sino Ítaca.




23 oct 2016

La importancia de Re-conectar con nuestra esencia cuando tenemos hijos.


Todos llevamos una mochila de peregrino en este camino que es la vida. Cuando tenemos hijos se pone en evidencia más que nunca lo que llevamos dentro de la mochila. Y a menudo nos encontramos con una realidad que no es la deseada y que no conjuga con el momento de dulzura en el que estamos. Es normal, cuando nacen nuestros hijos sentimos un cansancio increíble, nuestro neócortex se va de vacaciones y a veces se lleva también a nuestro cerebro límbico, el de las emociones y nos quedamos a solas con nuestros hijos y el cerebro reptiliano, el de las necesidades del cuerpo: comer, dormir, beber...Si estas necesidades básicas no están cubiertas difícilmente podremos pasar al escalón siguiente de la pirámide de Maslow.







Por eso yo siempre digo que no hay viaje para mí más espiritual que la maternidad. Nuestros hijos nos conectan a la tierra, al suelo, nos hacen echar raíces en él pero elevándonos a dimensiones que no sabíamos que existían. Ser madre me ha hecho encajar las últimas piezas de mi puzzle. Y es, gracias a ello, que me puedo permitir hablar de conexión con el propio cuerpo. Estar en lo más profundo del valle nos hace disfrutar mejor de la cima de la montaña y además te enseña a ser paciente y a vivir con mayor intensidad los buenos momentos que te da la vida.

De estas cosas y otras más hablaremos en el curso Reconecta con el cuerpo. Conecta con el mundo. Si deseas ser mejor para ti, para tus hijos, para el mundo entero éste es tu curso.





22 oct 2016

Vulnerable y poderosa

Estoy muy contenta porque me estoy dedicando en cuerpo y alma a mi proyecto. A lo que quería.

Escribiendo posts. Haciendo videos relacionados con el tema. Preparando los regalos para las suscriptoras. Y además ayer terminé de escribir el módulo 2. Así que ya me puedo dedicar al 3 y a seguir con los aspectos técnicos. ¡Me encanta hacer esto! ¡Me encanta todo el proceso! Incluso las partes que más trabajo me cuestan, las que no tienen que ver con la parte de comunicación. Me hacen superarme a mí misma, salir de mi zona de confort, de mis miedos, del rectángulo. Y aunque a veces me cueste algún suspiro y alguna que otra cara de pena, lograr pasar al otro lado es toda una satisfacción.

Esta semana no creáis que he estado siempre super conectada conmigo misma. Ya que me ha tocado hacer cosas que nunca antes había hecho, pero ayer viernes al terminar de escribir el segundo módulo sentí un respiro increíble. He estado en contacto con mi vulnerabilidad, que siempre estará conmigo y abrazaré.

Vulnerable y poderosa 

Son dos conceptos que he aprendido en un curso maravilloso que he hecho recientemente  y que parecen opuestos pero nada más lejos de la realidad. De la conexión de ellos hablaremos en el curso. 

Estamos acostumbradas a no sentir orgullo, a no "fardar" de ciertos aspectos de nuestra personalidad o nuestro físico, así que estar en contacto con la vulnerabilidad es lo natural.
Aunque a veces sentimos un falso poder, una fuerza que no va del todo con nuestra forma de ser. ¿Quieres encontrar la fuerza verdadera que hay en ti?
¿Estás preparada para ser vulnerable y poderosa a la vez?  

Te espero en mi programa:


 Aquí tienes el enlace por si quieres saber más:

 https://masternura.blogspot.it/p/curso-re-conecta.html


¡Te espero para darte las herramientas que te harán estar bien contigo misma y con tu entorno!



 
 

21 oct 2016

Caminando mi camino






Ayer colgué un video en mi canal masternura de youtube. El día estaba gris fuera y la luz no era la mejor. Mi herramienta fue el móvil y seguramente los expertos me dirán que las calidades dejan bastante que desear. Pero ¿Sabéis qué? No me preocupa demasiado. Porque lo importante es el mensaje. Lo importante para mí en estos momentos es comunicarme con vosotras con las herramientas que tengo a mi alcance. Aunque no sepa sacar el mayor partido de ellas. El foco lo tengo en el que más que en el como, en el contenido más que en la forma.

Mi prioridad en estos momentos es caminar el camino que me he trazado, el que me voy trazando y sé que mientras que camino iré aprendiendo mucho.

Mi prioridad en estos momentos es también afrontar mis miedos, es superar mi timidez. Uno de los lastres más pesados que tengo y que sé camuflar muy bien. Y hacer audios, videos y escribir, me ayudan a vencerla.

Todo lo demás sé que irá llegando. ¿Tenéis la sensación de estar en el camino correcto?


Aquí os dejo el video.




19 oct 2016

¡Vivas nos queremos!


Hoy no tengo ganas de contaros nada.

No porque no tenga nada que contaros.

Al contrario, tendría muchas cosas.

Algunas muy buenas.

Pero no quiero que mi atención se distraiga.

Que mi foco se pierda.

Hoy deseo hablar lo menos posible.

No quiero bajar la guardia.

Ni relacionarme con el mundo hablando de cosas superfluas.

Ni siquiera de cosas serias.

No tengo fuerzas para reír.

No tengo fuerzas para llorar.

Porque mientras que el pueblo está en la calle condenando la actualidad, hay muchas mujeres que siguen sufriendo, hay muchas mujeres que siguen muriendo, hay muchas mujeres que siguen siendo objeto de la violencia más atroz.

Y a mí hay días que me falta la voz.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras.

Yo os dejo ésta y sigo con el día de la forma más liviana y digna posible....




18 oct 2016

Un fin de semana en familia en otra ciudad

Este fin de semana hemos estado en Turín. Una de las cuatro ciudades más grandes de Italia. Fue durante algunos años capital del país y una ciudad muy importante para su unificación a finales del Siglo XIX. Sin embargo no compite en turismo con Roma, Venecia o la Toscana. Como sabemos Italia es uno de los destinos turísticos favoritos por europeos, asiáticos y americanos y la lista de ciudades a visitar es muy extensa. Pero Turín es de las que pasan desapercibidas. Y de las que cuando llegas te sorprenden. Te conquistan. Una ciudad llena de palacios, museos y pinacotecas, estatuas ecuestres, jardines, edificios de estilo barroco, rococo, neoclásico o Art Nouveau. Es la ciudad natal de Lavazza, Martini, Fiat, Lancia, la Rai y numerosas otras marcas conocidas a nivel nacional.

Italia es como España y muchos otros países que, apenas te mueves cien kilómetros cambia de menú, cambia la lista de sus platos. Y el Piamonte te conquista con su Fassona, una vaca típica de la región y cocinada de distintas formas que hacen difícil para una el proyecto de convertirse en vegetariana. Antipasti deliciosos a base de quesos que se deshacen en la boca y una forma exquisita y finísima de elaborar el chocolate. El famoso Gianduiotto hecho a base de pasta de cacao y avellanas.

A mi compañero le tocaba trabajar unas horas el lunes por la mañana y aprovechamos la ocasión para hacer una escapada familiar. Y de paso visitar una pareja de amigos que viven allí.

Creo que en los dos días transcurridos hemos sabido saborear la ciudad con todos los sentidos.

Ha sido muy placentero porque nos hemos movido con gente que vive allí y conoce la ciudad perfectamente. Lo cual facilita el turismo a una familia que viaja con una niña de casi 4 años que sólo piensa en corretear y jugar y no te permite mirar mucho el mapa ya que tienes que tener la vista siempre puesta en ella. La última mañana fuimos al museo egipcio. Ella y yo, ya que mi compañero trabajaba. Aunque no lo disfruté como habría deseado, por razones obvias y eso que mi hija no rompió ningún sarcófago, ni le quitó una sola venda a ninguna momia, pero pasar una hora allí dentro, fue una maravillosa sensación. Y compartirlo con mi niña algo muy bonito. Era su primera vez en un museo. Estar allí, respirar esa atmósfera, esas piedras que respiraron personas que vivieron hace más de tres milenios. Ver esas esfinges y sentirte pequeña a su lado. Sarcófagos, momias, monumentos a mi adorada Isis...Aunque no pudiera leer ni un cuarto de los carteles que estaban expuestos allí, valió la pena. Creo que es fundamental visitar museos, cuantos más mejor, ya que te ponen en contacto con la historia de la humanidad. Y no sólo con la historia, sino con la humanidad al completo.

Otra de las experiencias que hemos vivido este fin de semana fue la de subir al globo blanco que te enseña la ciudad desde 150 metros de altura. Para mí fue todo un reto de esos que acepto últimamente, ya que tengo bastante vértigo y al principio no podía ni estirar las piernas, como si tener las rodillas plegadas me diera más seguridad. Fue impresionante ver Turín desde las alturas, con los Alpes nevados a su alredor y el inmenso Po que la atraviesa. Una de las razones por las que acepté subirme al globo es porque va con un ejercicio de relajación que hice hace unos meses y del que hablo en el proyecto en el que estoy trabajando y del que os contaré en muy pocos días.

Pero lo mejor de todo fue sin duda pasar unas mini vacaciones en familia. Unos días de convivencia, de conexión. Hay escapadas que parecen que duran más tiempo del que duran en realidad y vienen muy bien para conocernos mejor y querernos más.